jueves, 24 de mayo de 2012

Elizabeth 7ma Parte


7ma Parte



El tiempo que marchita
La esperanza del renacer,
El silencio que mutila
El ruiseñor al amanecer.




-          Elizabeth…
-          No digas nada Esteban, creo que tu padre ya lo hizo por ti- su voz estaba llena de decepción pero no por ello había perdido la frialdad que la caracterizaba.
-          Si, ella tiene razón hijo, sea mejor irnos- lo tomo del brazo.
-          Yo no voy contigo a ningún lado papá- se sacudió obligándole a soltarlo- tu y yo teníamos un trato
-          ¡No me interesa cual fue su trato, los quiero fuera a ambos”
-          Sabes, es una lastima que no tengas la cura- tomo aire y corrió hacia la habitación de Gabriela, se arrodillo junto a Amelia que era la mas próxima a la entrada y la besó---considerando que tu hijo también esta enfermo.
Carlos lo había seguido hasta la habitación y observo aquella escena sin poder hacer nada, pateó una mesa cercana a él y lanzo una maldición que se perdió en el aire sin ser captada por las chicas que miraban atónitos a Esteban sin que este dejara de mirar a su padre.
-          ¡No puedo creerlo!- zapateo y golpeo la pared con el puño-
-          ¿Qué papá? ¿Qué tu hijo este enfermo?
-          No, que mi hijo haya sido tan estúpido como para infectarse solo, es increíble como otras personas pueden arruinar la vida de un científico.
-          No lo hicieron papá, yo las amo, en este tiempo, todas ellas han compartido conmigo mucho mas que tu en todos los años de vivir juntos.
-          No puedo creer las idioteces que dices (!)
-          Ni o las que tu haces papá pero de todos modos las haces, ¿no?
Carlos guardo silencio ante la mirada fúrica de su hijo, jamás se oponía a el pero hace mas de cuarto semanas que se había marchado de su casa, jamás le había ni siquiera levantado la voz, ahora estaba a dos minutos de armar una revolución con alma de mártir.
-          Pero de todos modos, ya no importan mis motivos ni los que y crea, lo hecho, ya está y no va a cambiar, ni lo tuyo ni lo mío, ahora lo único que queda es que decidas que harás, ya perdiste a tu esposa ¿estas dispuesto a perder a tu hijo también?
El hombre volteo y se marcho de la alcoba como solía hacer siempre que perdía una discusión y se resignaba a obedecer.
-          ¿Qué hará?- reclamo saber Elizabeth
-          Nos va a ayudar
-          ¿Estas seguro?
-          Mi padre no es de seguir ordenes, por eso renuncio al proyecto gubernamental, por eso es independiente, pero si existe para el algo peor que la sumisión, es estar solo por ello todo esto, quiere desquitarse del mundo por la muerte de mi madre, si yo lo dejo…no sobrevivirá. En los va a ayudar, no se preocupen.
Esteban le hizo señas a Elizabeth pidiéndole que salieran pero ella se negó, no quería hablar con el, era un traidor, es lo único que le interesaba y si no fuera por que lo necesitaba, ya no hubiera enviado muy lejos.
-          Elizabeth, pro favor, necesito hablar contigo.
-          Pues yo no quiero, no tengo nada de que hablar contigo.
-          Nena, ¿Por qué no vas con el?
-          Gaby, por favor, no te metas, es una conversación de adultos.
-          Ves ahí vas otra vez, no me trates como a una niña porque ya no lo soy (!)
-          No es eso nena, es solo que no es algo que te vaya a gustar oír.
-          Entonces sal y habla con el o tendrás que explicármelo a mi.
Elizabeth dudo por unos segundos antes de decidir que seria mucho más fácil lidiar con el que con el llanto de Gabriela. Ambos chicos salieron hacia el pasillo y esteban se aseguro de dejar la puerta cerrada para que no ocurriera lo de hace unos minutos otra vez.
-          ¿Qué quieres?
-          Que me escuches, por un momento mira, entendiste mal lo que paso, yo…
-          ¡Tú eres un imbécil que permitió que su padre jugara con la salud de sus únicas amigas!- lo interrumpió
-          Elizabeth… eso no es así, yo lo llame por que esperaba que nos ayude, jamás imagine que querría hacerles daño…
Elizabeth dudo por un momento al ver los cristalinos ojos de Esteban a punto de estallar en llanto-
-          En verdad, jamás creí que algo así pasaría, sabia lo del proyecto de mi padre pero no pensé que nos afectaría.
-          ¡Eres un idiota Esteban! Debiste denunciarlo (!)
-          ¿Cómo crees que haría algo así? Es mi papá no podría enviarlo a prisión.
-          ¿Pero si puedes cambiar la vida de cientos de personas por la libertad de Carlos?- lo dijo sin esperar respuesta, solo debía decir algo para no matarlo.
-          Elizabeth…-ella había volteado y abierto la puerta para volver a la habitación, la tomo del brazo- déjame probarte lo mucho que siento todo esto, hare cualquier cosa…
Se dirigió a la cama tras deshacerse de la mano de Esteban y ayudo a su prima a sentarse para revisar las llagas que ya se dejaban ver en su cuerpo, Gabriela se quejo mientras la arrimaba al espaldar de la cama.
-          Comienza ayudando a Amelia abañarse, dudo que pueda hacerlo sola con tantas heridas.
-          Lo haré- dijo asintiendo
-          Gracias gordo
-          No lo agradezcas, es lo mínimo que puedo hacer por nosotros, ¿no es cierto?
Amelia se quejo fuertemente por el ardor de las llagas en su cuerpo y se apresuró a deshacerse de su ropa mientras Gabriela la miraba llorando por verla sufrir y por miedo a que a ella de suceda lo mismo.
-          No llores nena, no tienes que preocuparte, ella y tu van a estar bien, a demás, Esteban la cuidara esta noche y yo a ti.
-          Pero el la besó, también enfermará y estará mal antes del amanecer…y hablando de eso, no la ha vuelvas a besar, ¿sí?- dijo tomando la mano de Amelia algo molesta.
-          No te preocupes, no volverá a pasar y yo amaneceré bien, la diferencia entre tu y yo es que al parecer el suero no reacciono como esperábamos y la bacteria muto mas rápido de lo que debió y en el caso de Amelia, pues bien, ella estuvo expuesta directamente a unas ya desarrolladas, en mi cuerpo recién están incubando…
-          Prométeme que cuidaras bien a Amelia- la miro con tristeza.
-          Te juro que hare todo lo que sea posible y hasta lo que no para cuidarla- Amelia continuaba quejándose del dolor y Gabriela se acercó a ella con recelo, lucia muy mal y le daba pánico causarle mas dolor, así que finalmente se apresuró besando su frente y se alejó.

-          Me duele- se quejo Gabriela con lágrimas en los ojos.
-          Va a pasar, no te preocupes- sonrió mientras le ponía un paño húmedo en la frente reteniendo el llanto y tratando de evitar el quebrar su voz- Carlos encontrara la manera de ayudarte pronto- su todo había regresado a la frialdad que tanto caracterizaba a Elizabeth.
-          En verdad lo siento- se seco las lagrimas que cubrían su pálido rostro con el dorso de su mando y guardo silencio para evitar llorar pero sin tomarse la molestia de ocultar su dolor- mucho…
-          Deja de disculparte- estaba molesta por la insistencia de su prima- ya te dije que lo único que realimente me molesta es que me mientas, lo demás no me interesa.
-          Entonces te falle doble…
-          Claro que no- se sentó junto a ella y tomo su mano
-          ¡Claro que si! Te mentí y luego me enferme
-          Cualquiera puede enfermarse nena, nadie puede escoger si hacerlo o no, solo pasa.
-          Te vi llorar, no lo niegues, trataste de ocultarlo pero te vi hacerlo cuando estaba en la bañera- trato de sentarse pero el ardor no le permitió poner la espalda contra la pared y Elizabeth la devolvió a la cama- yo sé que te recordé a tus padres y fue muy desconsiderado de mi parte y a eso súmale que te mentí… son dos fallas en menos de una semana…
-          No, si me mentiste no fue tu culpa sino la mía, si perdiste la confianza en mi fue porque yo lo provoqué- acaricio su rostro- porque no te cuidé, no te di la atención ni la importancia que te merecías… ni te quise lo suficiente
-          Siempre has sido fría pero… ¿Qué es mejor que volver a los días en que las princesas lo eran?
-          No soy una princesa…
-          Se sentó junto a ella y acaricio su rostro con las manos lastimadas- eres mi princesa- beso fugazmente sus labios y mantuvo la vista fija en ella.
-          Y tu eres mi bebé- colocó las manos en sus hombros y la hizo recostarse nuevamente con la cabeza sobre sus piernas y acaricio su cabello. Y siempre lo serás, como si fueras mi hermanita menor…lo siento nena, pero siempre te veré así, como mi bebé…
Gabriela cerró los ojos y dejó escapar una lágrima antes de caer en la inconsciencia total que ya había tardado en llegar.

-          ¿Cómo vas papá?
El hombre no volteó a verlo, traía el cabello despeinado y había quebrado varios de los instrumentos del laboratorio.
-          ¿Cómo crees que voy a ir?...mal (!) mi hijo trata de sabotear mi proyecto y yo de salvarlo, ¿no es absurdo?
-          ¿Sabes que es mas absurdo?, que mi padre quiera acabar con la humanidad y yo no planee denunciarlo para detenerlo.
-          ¿Puedes irte?
-          Quiero saber como vas- dijo tomando una probeta con una sustancia roja dentro y meciéndola en sus manos.
-          Es complicado, mutó demasiado pero creo que voy avanzando, tal vez termine antes de que anochezca.
-          ¿Qué es esto?- devolvió la probeta a su sitio
-          ¿Cuál la roja o la verde?
-          Ambas
-          El virus original y el que ustedes tienen dentro.
-          ¿Y el amarillo?
-          No es nada
-          Papá… (!)
-          Ya te dije no es nada, mejor vete con tu noviecita y deja de molestarme
-          No puedo…
-          ¿Por qué?
-          Porque por tu culpa me odia, Carlos- no estaba molesto, sabia que se lo merecía, debió hacer lo correcto y no lo hizo, ahora debía asumir las consecuencias
-          Da igual, vete- señaló la puerta dejando en claro que era su ultima palabra.

Esteban golpeó la puerta y espero un momento a que contestaran pero no hicieron así que paso a la habitación algo fría por el aire acondicionado que había colocado al máximo por Gabriela, se sentó en el borde de la cama y miro a ambas chicas con cargo de consciencia.
-          ¿Cómo sigue?
-          Mal, cayó inconsciente hace un rato…lucía muy consternada.
-          No te preocupes, va a despertar, solo debe recuperar fuerzas para hacerlo.
-          Sabes, debí agradecerte por lo que hiciste hoy, fue muy valiente.
-          Era solo lo que debía hacer…
-          Yo sé, pero otro en tu lugar no lo hubiera hecho, ¿sabes? Hay muy poca diferencia entre la estupidez y la valentía, aun no se de cual fuiste victima pero sea cual sea, ambas necesitan de coraje. La estupidez es muy curiosa, se disfraza en rostros como los tuyos, de niños buenos, hijos de papi y mami, de esos que no ven mas allá de sus narices ni actúan por lógica común, de esos que saltarían por una ventana solo por atrapar la pelota que se les escapó de las manos y aquel pequeño paso entre el conformismo y la decisión de no rendirse, necesita coraje, aquel coraje que se esconde en débiles cuerpos y rostros ingenuos como los tuyos.
-          ¿Eso es un halago¡
-          Sólo diré que eres de los que salta, decide tú que clase de comentario es.
-          Pero…
-          No Teb, cállate- dijo interrumpiéndolo- si vas a hablar, que sea solo para decirme que ya tienes el suero,  sino, no.
El chico se levantó para marcharse de la habitación pero al llegar a la puerta volteo y volvió a la cama.
-          Aseguro que lo tendría hoy, antes del anochecer, con algo de suerte.
-          Gracias…
-          ¿Puedo besarla?
Elizabeth miró a su prima indecisa y luego a Esteban, no estaba segura de si se lo merecía o no, jamás fue su intención, dejarla en aquel estado, no tampoco su culpa, al menos no directamente…
Miró a Esteban una ultima vez antes de hablar, llevaba los ojos rojos e hinchados, había pasado toda la noche llorando, estaba sufriendo en verdad.
-          Sigue- dijo Elizabeth abriéndole paso para que accediera a su prima.
-          Lo siento…-acarició su cabello con delicadeza- en verdad lo siento…-besó su cálida frente y se marcho de la habitación para ir a revisar a Amelia.
Entro en la habitación y la encontró en  ropa interior y sobre la sabana, respirando con dificultad su malestar era mayor que el de Gabriela y sus heridas de mucho más tamaño.
-          ¿Cómo está?- preguntó con voz ahogada
-          Dormida… inconsciente mejor dicho…
-          Pero… ¿está bien?
-          Sí…si despertará cuando recupere las fuerzas.
-          Fue impresionante lo que hiciste
-          Sí…tal vez fue solo estúpido- dudó
-          Tal vez…pero no creo que lo hayas hecho sin motivos, no pareces de esos, tal vez fue amor…o cargo de consciencia…tal vez
-          Un poco de ambos…tal vez
-          Sí, fue amor…entonces te lo agradezco, sé que no fue por Gaby ni por mí, sino por Beth, pero aun así te lo agradezco, y no trates de negarlo. Al igual que ella, no se molesto contigo por el mundo ni tu falta de responsabilidad sino por Gaby…y si fue cargo de consciencia…pues bien, espero que te haya ayudado y aún así te agradezco, no cualquiera hace lo que tú. Hace falta estupidez- sonrió.
-          ¿Sabes?... ¿Oíste lo que pasó?
-          Sí…pero tampoco te culpo, estoy segura que Beth no hubiera denunciado a Gaby y en caso contrario, tampoco Gaby lo hubiera hecho…
-          Gracias…
-          No agradezcas Teb, nada de lo que hagas se te podrá reprochar si lo haces por amor. Quién sea que te odie por ello, lo hará por amor y quien te juzgue…lo hará porque jamás lo conoció.

Carlos entro en la habitación de Gabriela e hizo señas a ambas chicas para que lo siguieran y luego se dirigió a la alcoba de Elizabeth y dejo su maletín sobre una pequeña cómoda con una mueca de tristeza, dudando un poco la abrió y saco de ella tres suero de un tono celeste casi transparente y lo colocó junto a él con tres jeringuillas.
-          Listo…
Miró a Elizabeth que tenia en sus brazos a su prima aun inconsciente y desvió la vista con rapidez, no era una muestra de vergüenza sino una clara expresión de su deprecio, no la soportaba había sido ella la culpable de que todo se haya ido a la basura.
Se dio la vuelta lista para marcharse pero Esteban se coloco frente a él impidiéndole la salida.
-          ¿Qué quieres ahora Esteban?
-          Pon los sueros
-          ¿No te parece suficiente con que los haya fabricado?
Esteban lo miró con decisión y Carlos tomo los sueros y se los colocó uno a uno resignado.
-          Bien, ahora me voy, y tú Esteban…
-          Yo me quedo- lo interrumpió, si, hicimos un trato per tu lo rompiste, no iré (!)
-          No me digas que te quedarás aquí solo por esa…esa…esa mujer- señaló con desprecia a Elizabeth
-          Entonces no tengo nada que añadir papá
-          Pero yo si, se dejo oír la voz de Amelia- quédese a comer, no ha almorzado y si se marcha ahora tampoco cenara- volteo hacia Elizabeth- sé que no es bien recibido aquí pero es el padre de Esteban, y a fin de cuentas, el que nos curó, déjale quedarse, ¿sí? Que se marche mañana…
Elizabeth asintió son decir ninguna palabra mostrándole su aprobación y Carlos no se negó, solo se volteo y salió de la habitación.
-          ¿Por qué le ofreciste quedarse Amelia?
-          Porque tienes que destruir sus apuntes
-          Tiene mas en su casa
-          Sí, pero no tiene lo que consiguió aquí, de todos modos, de lo que tiene allá, nos podremos deshacer cuando volvamos a la ciudad, de hecho, deberías ir  hacerlo ya.
-          No puedo, está en el laboratorio…podremos hacerlo en la cena, me levantaré con alguna excusa a la mitad de la comida e iré a incendiar su laboratorio, claro si no te molesta Elizabeth…
-          Haz lo que quieras Teb, total, mi casa está asegurada.

-          Papá ¿Bajas?
El hombre asintió dejando de lado una de las probetas de color amarillo en su sitio mientras guardaba algo en el bolsillo de su chaqueta.
Ambos recorrieron el extenso pasillo y bajaron las gradas rumbo al corredor, allí estaban ya sentadas las tres chicas: Elizabeth en la cabecera, Gabriela a su derecha y junto a ésta, Amelia, Carlos tomo asiento a la izquierda de la jefa de aquel pequeño grupo de personas que lo miraban con odio incluyendo a su hijo, a excepción de Amelia.
Había un silencio sepulcral en la mesa, los únicos sonidos que se dejaban escuchar eran los de los cubiertos al golpear los platos mecánicamente mientras los ojos se movían de uno a otro tras haberlos pasado por unos segundos sobre Carlos.
-          Se sentará a la derecha de Dios padre todo poderoso, desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos- interrumpió el silencio que estaba haciendo gala de su poderío, todos los ojos a excepción de los de Elizabeth se dejaron caer sin disimulo y para permanecer allí, sobre el- Es por eso que las cosas son así.
-          ¿Qué cosas?- preguntó Gabriela
-          Oh, pequeña, no me vas a decir que jamás te preguntaste por que debía ser ut padre o en este caso, tu prima la que se sentara allí…-ella no contestó. A la cabecera, siempre el jefe del hogar el que la da ultima palabra, el dueño de la verdad y las decisiones, y a su derecha su mayor apoyo, quien estará allí para él, ayudándolo y obedeciéndolo, como Dios y Jesús… ¿entiendes?
-          Ajá…
-          Bueno, mira, si tu sufriste estando enferma y viendo así a tu…amiga (?), pero tu prima, ella es quien en verdad ha sufrido, su padre, su madre, su hermano…el miedo de perderte a ti… eso si es dolor ¿no lo crees?- la chica guardó silencio una vez mas-creo que es ella la merecedora de tu lugar, ¿quieres sentarte allí? ¿Sentirte Dios por un momento?- se levantó, se ubico junto a ella y la tomo del brazo al tiempo que hacia lo mismo con Elizabeth, ambas se levantaron sin protestar, querían saber en que terminaría todo ella, las cambió de puestos y tras mirar los curiosos ojos de Elizabeth que se habían posado en él por primera vez en la noche, continuó- ¿Qué tal eh?
-          Bien, gracias…
-          Sí, sentirse Dios es agradable-colocó su mano sobre su hombro- ¿Pero sabes cual es la diferencia entre ser y sentirse?- ella lo miró sin una respuesta en los labios- la diferencia pequeña…- Esteban se levantó de su silla y se ubicó justo frente a él al otro lado de la mesa- es que quien se siente Dios, observa sufrir y juzga, no puede causar ni decidir, pero quien se Dios, lo ocasiona todo, dirige el futuro y provoca las reacciones que quien no hace mas que sentirse él, juzga y para tu pésima suerte, en este caso eres tu la que imagina y yo…- sacó la jeringa del bolsillo de su chaqueta- el que soy- la clavó en el cuello de Elizabeth en un violento giro pero antes de que pudiera inyectar el liquido, Esteban salto sobre el y lo derribó mientras Elizabeth sacaba la aguja de su piel y se apresuraba a apuntarla en dirección de Carlos.
-          Eres un imbécil, ¿sabías?
-          No Esteban, tu eres el imbécil, sigues saboteando mi proyecto (!)
-          ¿Y qué esperabas? ¿Qué ataques a la mujer que amo y te lo permita?- lo levantó de la camisa y lo golpeó contra el suelo, se dirigió hacia la chica que apuntaba tensa hacia su padre, le quitó la inyección y corrió hacia el laboratorio.
De un solo golpe envió el microscopio y los papeles al suelo, pateó la mesa y ésta cayo de cabeza y sin consideración alguna sobre las probetas vacías.
-          ¡Detente Esteban!
-          ¡No! ¡Detente tú papá, detente tú! Tomó los tubos de ensayo amarillos, los rojos y verdes, hizo además de lanzarlos al suelo, pero se detuvo…
-          No puedes hacerlos, si los rompes, todos nos infectaremos (!)
-          ¡Elizabeth dame tu fosforera!- gritó a la chica que ya había llegado con Gabriela y Amelia a la habitación, ella se la lanzó- No pasará nada si los quemo- acercó el fuego al líquido y este se encendió en un segundo- tuviste dos errores padre, el primero atacarlas a ellas y el segundo, hacer este líquido tan inflamable.
Carlos se abalanzo sobre el, no permitiría que arruine sus apuntes, si no quería que se desarrollara su proyecto allí, bien, pero no destruiría su trabajo, golpeó su rostro en un  intento por vencerlo pero Esteban se paso en pie y se dirigió a la entrada de aquella habitación que ya estaba en llamas.
-          ¡Papá sal!- le exigió
-          ¡No saldré sin mi proyecto Esteban!
-          Debes dejarlo, todo lo que esta allí ya esta perdido (!)
El hombre continúo moviéndose en el interior de la habitación mientras los líquidos hervían y los recipientes amenazaban con estallar.
-          Papá- trató de volver para sacarlo pero Elizabeth lo detuvo mientras se escuchaba el vidrio y caer en pedazos- ¡Papá!- volvió a gritar al verlo tendido en el suelo con un trozo de cristal en el cuello, trató de entrar nuevamente pero Elizabeth continuaba impidiéndolo.
-          No puedes pasar aún, hay mucho fuego- codeó a Gabriela y la envió por un extintor, al cabo de unos segundos estuvo allí- Lo siento, en serio- lo dejó pasar cuando terminó de quitar las llamas que se extendían en su camino.
Esteban lo tomó en sus brazos y lo sacó se la habitación mientras las chicas terminaban de apagar el fuego y lo colocó en el pasillo.
-          Papá…- su voz estaba quebrada por el llanto. No quería que esto pasara, jamás fue mi intención…
-          Yo sé- tosió atorado por la sangre que emanaba de su boca- solo pasó…- sonaba resignado y arrepentido, no de su proyecto sino de abandonar a su hijo- sólo fue algo que pasó….
-          Papá…
-          ¿Sabes cómo saber cuando un hombre tuvo buena vida?- el chico negó con la cabeza- cuando al morir, la gente no puede ni siquiera dejar de hablar de él.
-          Papá, nadie dejará de hablar de ti, eres un excelente científico.
-          ¡No!, no me refiero a eso, cualquiera puede ganar un premio o recibir un diploma…yo no tengo nada que se pueda decir de mí…
-          Claro que sí, yo diré que me cuidaste y educaste, que me incluiste en tus proyectos.
-          ¿Proyectos? ¿Esos que se basaron en semanas enteras de comunicarnos solo para hablar de las consecuencias de tal o cual sustancia? ¡Son basura!, la relación de un mentor y su alumno…por lo demás, no hice nada que un padre no haría
-          Diré que me amaste
-          Por mi culpa casi mueres y de no ser por esa chica, hubieras entrado y ahora te encontrarías igual que yo
-          Pero aún así me  amaste, a tu modo pero me amas y gracias a eso hoy puedo amar y reconocer cuando me amas- Carlos tomó su mano con fuerza- diré que me amaste.
-          Dirás que te amé…- repitió cerrando sus ojos pera ya no abrirlos jamás.
Una patrulla se dejo oír a lo lejos, los bomberos tumbaron la puerta y entraron a la habitación hace un momento en llamas y al ver a Carlos en el suelo. Llamaron a una ambulancia mientras interrogaban a las chicas por el incendio y los policías por el muerto.

-          ¿Estaré bien?- le preguntó a Elizabeth mientras cerraban la bolsa negra con el cuerpo de su padre y se la llevaban.
-          Estarás conmigo- besó sus labios y lo abrazó- te dolerá, no digo que no y te hará falta, tampoco te lo niego, pero nos tienes a nosotras- se alejó de sus brazos y miró a sus ojos cristalizados- estarás conmigo- repitió mientras lo subía al auto junto con Gabriela y Amelia para alejarlo de aquella casa que tanto lo había lastimado.

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