viernes, 4 de mayo de 2012

Elizabeth 4ta parte


4ta. Parte



Y a veces lo que se ve puede no ser lo que parece.
Y a veces lo que se ve no puede ser más real de lo que se cree.
Y a veces uno confunde lo que es, para bien o para mal.
Y a veces es mejor ignorar que arriesgarse a juzgar.



Miró su costoso reloj suizo y volvió a bajar la muñeca que cayó casi inerte sobre la cama junto a su frente. Las ocho. No había conseguido conciliar el sueño toda la noche, un sin-número de pesadillas lo atormentaban cada vez que sus ojos se disponían a descansar, no era nada nuevo, las tenía desde hace ya muchos meses cuando su padre había iniciado aquel insulso experimento... Cómo extrañaba aquellos días en que su desvelo era causado por la ilusión en los nuevos proyectos, cuando al cerrar sus párpados sobre él caían miles de ilusiones e innovadoras ideas.
Magia, eso era para él la ciencia  y Carlos su Merlín, ahora no pasaba de ser el oscuro Rasputín maldiciendo a toda la familia del zar Nicolás antes de ser atacados por el ejército bolchevique en la película de 20th century fox. Una desgracia. Debería odiarlo, pero no podía.

El teléfono sonó un par de veces antes de que Elizabeth lo tomara
-          Disculpa, ¿te desperté?
-          Sea cual sea mi respuesta no tendría sentido ahora, colgar el teléfono después de un sí, sería estúpido y caso contrario, no serviría de nada que lo supieras.
Hubo un silencio frío que se extendió en la línea.
-          Lo lamento
-          No, estaba despierta, jugaba con Vyoleth. ¿Qué necesitas?
-          Sólo... -No sabía que decir, había pasado la noche pensando en la llamada pero jamás imaginó qué le diría - Sólo...
-          ¿Se te paró el cerebro o qué?
-          No... Y no tienes por qué ser tan ruda, no es lindo.
-          Y aún así me llamas. ¿Qué quieres?
-          Sólo te iba a invitar a salir... No tengo nada que hacer, Gaby está en el colegio, tú de vacaciones, así que sé que a tí te pasa lo mismo. ¿Vienes?
-          Lo lamento, tengo planes, voy a salir a correr con Vyoleth
La chica caminaba de un lado al otro de su cuarto lanzando la pelota a su pequeña compañera y esperando que se la trajera de vuelta, estaba tan llena de energía, lo único que realmente lamentaba es que entre la gran casa y la piscina del patio trasero, no tuviera un amplio espacio verde para que su pequeña pudiera corretear, de tenerlo, quién sabe, tal vez hasta podría aprender a jugar fútbol como lo hacen los perros en los programas de televisión, claro a diferencia de ellos, ella no la pondría en riesgo ni la metería en las grandes ligas soccer, FIFA no era una opción, no, sólo serían las dos.
-          Entonces también la invito a ella, vamos, tengo ganas de ir al cine o a patinar en hielo
-          ¡Ups!, cómo lo siento - su voz estaba llena de sarcasmo - allí no dejan entrar perros
-          ¿Y si vamos a la playa?
-          ¿Y dejar a Gaby sola? Estás loco.
Elizabeth escuchó una moto pasar cerca de la entrada de su casa, le llamó la atención pero no le dio realmente mucho importancia, su casa estaba en una avenida principal, los autos pasaban por allí todo el tiempo provocando ruido, ensuciando las aceras ya aumentando aquel olor que tanto caracterizaba a la ciudad: Smock. No se quejaba, después de todo, amaba la ciudad con todos y cada uno de aquellos pequeños y molestos detalles que traía consigo.
-          ¿Recuerdas que me contaste dónde vivías?
-          Mhm...
-          A quince minutos de mi depart, junto a una calle muy transitada, casa de dos pisos, sin contar con la azotea ni el sótano, paredes blancas, tejas rojas...
Esteban estaba dando una excelente descripción de un lugar el cual no conocía, tal vez el mejor que podía haber oído de su casa, era un chico muy observador pero ella había dejado de escucharlo cuando en el piso inferior la puerta de entrada se abrió dejando pasar las risas de dos jóvenes.
-          Entendí cuál era el sector pero no entendí muy bien cuáles eran las calles exactas pero creo que ya...
-          Espera - bajó el teléfono de su oreja y se dejó ver de repente en el tope de las escaleras para sorprenderlas - ¿No deberías estar en el colegio?
-          Dijiste que ibas a salir, ¿qué haces aquí? - su voz era de genuina sorpresa, sin una gota de atrevimiento ni un atisbo de cinismo.
-          Te pregunté qué haces aquí - su tono era realmente aterrador, al menos para Gaby, no solía molestarse con ella y ahora estaba enojada.
Gabriela volteó a ver a la chica que la acompañaba, era una de aquellas que responden a los estereotipos de las motociclistas, chompa de cuero, blusa corta, gafas oscuras, jean negro, botas bajas llenas de hebillas y un sin-número de piercings distribuidos en sus cejas, labios, orejas, ombligo e incluso uno tipo corsé bajando al costado de su abdomen, era una chica muy atractiva, piel ronceada y cabello largo oscuro pero tenía veinte y tres, veinte y cuatro con mayor seguridad y una motocicleta, aunque el mayor problema para Elizabeth y tal vez el único, era su edad, una razón suficiente para no confiarle a Gaby.
Alguien tocó la puerta pese a estar abierta y entró ante la vista de Elizabeth que continuaba parada al tope de las escaleras mirando a su prima.
-          ¿Qué haces aquí? - volteó hacia el dos segundos antes de clavar la vista fijamente en aquella desconocida que Gabriela tenía a su lado.
-          Eso traté de decirte por teléfono, que estaba por la zona, que pensaba que estaba en tu calle pero que no estaba seguro, que te iba a pedir que me dieras el encuentro para ver si me traías, bueno, el punto es que  llegué y vi la puerta abierta, no  sabía si era aquí  así que decidí tocar para...
-          Hablas mucho, no dices nada y repites demasiado las palabras, mejor guarda silencio, estoy ocupada.
-          Lo siento...
-          ¡Shhh! Te dije que te callaras (!) ¿Qué haces en la casa a esta hora Gabriela? ¿Por qué faltaste a clases?
-          Rió - ¿Es en serio? ¿Todo esto es sólo por que se fugó del colegio? No me digas que jamás te quedaste en casa para estar con tu novio (?)
-          Tú que sabes de eso, según entendí jamás has tenido una...
-          Sí, tal vez yo sólo lo haya leído o visto en películas pero tú sabes que es cierto, o ¿no?
Elizabeth no contestó, él tenía razón, lo había hecho muchas veces, tantas que ya ni recordaba, sólo se limitó a observar a aquella chica de cabello largo que ya se había retirado las gafas para poder verla a los ojos, había tenido la esperanza  de que inventara alguna excusa, la murmurara al oído de su prima y luego huyera pero no, se mantuvo en su lugar, tras su prima viéndola directamente a los ojos pero en actitud humilde, nada de orgullo o cinismos, sólo la veía esperando su veredicto mientras Gaby había comenzado a hablar nuevamente.
-          ¿Qué? ¡No! ¡No!... Ella y yo... ¡No! Cómo crees que nosotras (?)... Somos solo amigas. - Veía a Esteban y a Elizabeth alternando cada tres segundos esperando que la una le crea y el otro ya no hable, pero no se le cumplió.
-          ¿Ah sí? ¿Entonces qué haces aquí un día de clases con una mujer ocho años mayor que tú?
-          Es sólo que hoy... hoy... -Como si fuera algo de qué asombrarse Gabriela entró en pánico y no pudo articular una buena mentira
-          Hoy había programa en su colegio por que la institución cumplía sesenta años
-          ¿Y cómo sabías tú eso? ¿Estudias ahí o qué? Porque desde donde yo lo veo, es eso o que salgas con Gaby...
-          No seas tan desconfiada, yo trabajo en las noches, hago de barman y si sabía eso fue porque la llamé esta mañana, tuve unos problemas, no quería estar sola y ella me comentó que no iba a tener clases así que pasé a recogerla, fue sólo eso.
-          Por fa Beth, ¿Basta sí? No tenemos por qué ponernos de malas por un simple error y menos con Esteban presente, mejor dime, ¿qué te trae por aquí?
-          Estaba en mi casa, aburrido y creí que tu prima estaba igual, así que decidí pasar e invitarla, bueno, invitarlas a la playa a las tres. ¿Qué dicen?
-          Aww... Qué lindo eres gordo, la playa (?) Yo sí quiero, ¿podemos ir Beth?
-          No lo sé Gaby, tienes clases... No puedes faltar, sabes lo importante que es.
-          Por fa primita, ¿sí? Prometo lavar el carro al volver, además, tienes una casa allá, ¿no?
-          Sí, tú y yo tenemos una casa frente a la playa y podemos ir cuando quieras, ¿Porqué justo hoy?
Gaby volteó a ver a su amiga que había devuelto las gafas a su rostro.
-          Tú amas la playa
-          Eso no es cierto...
-          Bueno, no, pero amas ir allá cuando vas acompañada, ¿no?
-          Sí, con chicos (!)
-          ¿Y qué es él? -señaló a Esteban
-          Corrección, mis chicos, mis novios, es muy romántico
-          Exacto, por eso es genial que vayamos los cuatro - sonrió a su amiga
-          ¿Qué (!)?
-          No, osea... ¡Hay nena, tu entendiste! Sería genial que vayamos todos porque yo amo el mar, Esteb está aburrido de la ciudad y ella jamás ha ido; Di que sí Beth, por fa - Esteban se unió a la petición de Gabriela - Pro fa, por fa, por fa...
-          Mhm... Está bien, si vamos en mi carro acepto...
-          Uhm... Disculpen...
-          Ah, sí, lo siento, no te preguntamos, ¿vienes?
-          Por fa nena, ven, te vas a divertir, en serio...
-          Es que... Hoy es lunes, tengo que trabajar muchachita - Acarició su rostro
-          Pero... Ven, no sabes cuándo volverás a tener la oportunidad de ir, ¿sí? Te vas a divertir, lo juro - La chica la miró incrédula - bueno, lo prometo... ¡Ash! Haré lo posible, ¿sí?... pero... vamos
-          Gaby...
-          Por fa...
-          Está bien, voy pero a diferencia de... Esteban (?) Yo no traje ropa
-          Te la presto (!) - se apresuró a contestar
-          Eres más alta y delgada que yo, además, tu estilo no es muy como para mí
-          ¡Beth!
-          Mhm... Creo que tengo un par de disfraces que compre para molestar a mi madre unos años atrás, podrías ver si te quedan o los llevamos de todos modos y allá veremos qué hacer, ¿sí?


Cinco horas de viaja, no era la primera vez que manejaba durante tanto tiempo pero entre el ir sola y el que fuese esa desconocida su acompañante, realmente hubiera escogido el no ir con nadie de copiloto pero no podía hacerlo, Gaby se había quedado dormida y Esteban la siguió, si hubiera mandado a aquella chica en el asiento trasero su prima hubiese despertado con dolor de cuerpo y tortícolis.
Cinco horas de viaje, música baja y ninguna conversación, si necesitaba una prueba de que todavía debía vivir, no se le pudo haber presentado una mejor que esa, el aburrimiento no la durmió, no chocó el auto, no lo envió al abismo...
Estacionó el auto en la entrada de su casa, fuera del garaje y salió de él.
-          No. No la despiertes - Detuvo a la chica que ya se había acercado a Gaby con intenciones de levantarla
-          ¿Y si enferma?
-          ¿Lo dices en serio? Estamos en la palaya, podría dormir desnuda sobre la arena que amanecería bien.
-          ¿Segura?
-          Claro (!), lo he hecho decenas de veces
-          Rió - No, no. No me refería a eso - miró el reloj de su celular antes de continuar -Vamos toda la tarde viajando, en todo el camino jamás elevaste el techo, recibieron todo el viento de la ciudad y para terminar, son las nueve de la noche. ¿Estás segura de que es buena idea dejarlos aquí? - Sus ojos se habían llenad de orgullo, no podía permitir que la dejara allí y arriesgarse a que se enfermara
Elizabeth cruzó por el frente del auto y se paró delante de ella mirándola fijamente para dejar en claro quién tenía la última palabra en aquel lugar.
-          He venido aquí y he vuelto a la ciudad en traje de baño durante los últimos dos años con Gaby planteándome los mismos problemas que tú y nunca me he enfermado, así que déjala dormir y vamos a dentro.
Elizabeth abrió la puerta de entrada, una pesada obra magnífica en caoba negro tallada de esquina a esquina, el mismo material y color del que estaba construida toda la casa, una estructura muy similar a la de una cabaña sólo que tres o cuatro veces más grande, la siguió a través de la sala y subió las escaleras tras ella, atravesaron un pequeño pasillo y entraron en la habitación principal.
-          Sigue y cierra la puerta - abrió un gran armario café oscuro muy elegante, y de entre la gran cantidad de ropa que había allí, sacó cuatro blusas cortas negras y tres pantalones del mismo tono a excepción de uno rasgado de color vino, tomó unas botas estilo militar y se las entregó.
-          Wow, esta ropa es genial, ¿dónde la compraste?
-          No lo recuerdo, Tony me llevó
-          Y... ¿Dónde está él? Oseas, ¿todavía vive por aquí?
-          No, no... Creo que ya no, era mi novio... Mamá lo odiaba, supongo que fue por eso que estábamos juntos, ella me dijo que no era una buena amistad así que comencé a salir con él, eso la molestó así empecé a llevarlo a casa todo el tiempo, almorzaba y cenaba allí, eso le gustó aún menos a mi madre, por lo tanto acepté tener una relación con él, debiste ver el rostro de mamá, casi muere - dijo riendo - tiempo después tuvimos una discusión, gritó que si él al menos dejara su estilo oscuro y de rockero barato, sería más aceptable que saliéramos, al otro día llegué con toda aquella ropa y una parada más que perdí en una fiesta en la playa, mamá quiso asesinarme cuando me vio llegar en terno de baño con mi novio, en fin, mi madre armó un drama cuando me vio entrar a casa con aquellas nuevas prendas encima, maquillaje oscuro y fundas con muchas cosas más, fue increíble, creo que incluso le saltó la venita del cuello como en las películas... Y cuando por fin se resignó a mi nuevo novio y forma de ser, lo dejé y volví a mi antiguo estilo. La verdad no sé porque no he votado todo esto.
-          La extrañas, ¿cierto?
-          Pruébatela - señaló la ropa acaso como una orden
Se dirigió a un escritorio que había en esquina de la habitación y se arrimó en él cruzando los brazos
-          Gaby vive conmigo desde hace dos años, sus padres trabajan lejos de aquí, cambian de casa y país cada dos meses así que acepté que viniera porque pensé que le haría mejor tener colegio, amigos y vida fija y estable. Nos llevamos muy bien, pasamos mucho tiempo juntas cuando éramos niñas así que la cuido como si fuera mi hermana, la he oído hablar de muchos chicos pero jamás le he conocido un novio, creo que a la larga es lo mejor porque si algún imbécil la llega a lastimar, por más pequeño que sea su dolor, se llego a ver una sola lágrima caer por su rostro -caminó hacia la chica y dándole un toque con su dedo en el hombro añadió - Lo extermino.
Suavizó su actitud y tomó la ropa que la chica se había sacado hace unos minutos y la lanzó en el tacho al extremo de la habitación.
-          Me entiendes, ¿verdad? Siempre es mejor cuidar a los adolescentes, los quince años no son una edad fácil.
-          Sí, te entiendo muy bien, y no te preocupes, al menos hasta dónde yo sé, no tiene enamorado.
-          Me alegro, bueno, puedes irte, la primera puerta a la derecha es su cuarto, puedes quedarte allí con ella.
-          Gracias por todo. -Se volteó para salir pero volvió tras un segundo - Amelia - extendió la mana hacia ella - es un placer poder conocerte al fin, he oído mucho de tí.
-          Quisiera poder decir lo mismo pero no es así. Adiós Amelia, un gusto también. Soy Elizabeth.
-          Lo sé - dijo sonriendo mientras se iba.

-          No puedo creer que nos hayan dejado en el auto, es tan egoísta de su parte... Podía pasarnos algo.
-          No seas tan exagerado Teb, Beth jamás nos expondría al peligro , al menos no a mí, además, esta es una zona residencial muy segura y estábamos a la entrada de la casa
-          Igual (!) Eso no se hace
-          Bueno, como digas, mira, esta - abrió la puerta de enfrente de su cuarto - es la habitación e n la que te vas a quedar, tienes baño dentro, el bar y el refrié de abajo están llenos, puedes ir y tomar lo que quieras cuando bajes, tengo que ir a ver a mi prima así que nos vemos luego.
Se dirigió al cuarto de Elizabeth y al no verla en su cama pasó directo al baño sin siquiera tocar la puerta.
-          Hola Beth
-          Gaby, me esto y bañando - reclamó desde la tina llena de burbujas - al menos llama antes de entrar.
-          He entrado un millón de veces cuando aquí cuando estás en la bañera y por si no lo recuerdas fui yo quien te alimentó, cuidó, duchó y vistió después del accidente, cualquier cosa que se oculte bajo esa espuma, es cosa vieja - le guiñó un ojo
Gabriela caminó hasta el lavamanos y acomodó su cabello rubio que se había desordenado por el clima y se mantuvo allí viendo a través del espejo mientras le hablaba.
-          Beth, yo quería hablar de lo de hoy, lo que pasó en la casa
-          No hay nada de qué hablar Gaby, eres una niña y me molestó que faltaras al colegio, es todo.
-          Nena, cumpliré dieciséis la próxima semana, debes dejar de tratarme como si aún tuviera trece, es momento de que comiences a confiar en mí
Elizabeth tomó la toalla que tenía junto, se cubrió el cuerpo aún lleno de burbujas y salió hacia su habitación. Gabriela esperó un momento para darle tiempo de vestirse.
-          Nena... -La encontró mirando por el gran ventanal que daba hacia la playa, traía puesto pantalón y en el torso sólo la parte superior de su terno de baño - ¿No planeas vestirte?
-          Gaby, hace calor y estoy en mi casa, agradece que no estoy desnuda...
-          ¡Elizabeth!
-          Lo siento -dijo riendo - fue una mala broma
-          Pésima
-          Lo sé
-          Fue de my mal gusto ¿No pudiste hacer una peor?
-          Te estás pasando (!)
-          Lo siento - bajó la mirada
La tomó de la mano, la puso frente al ventanal y la abrazó por la espalda
-          La primera vez que viniste aquí, ¿la recuerdas? -Gabriela negó con la cabeza - Bueno, te enamoraste de este cuarto, amabas la vista, mis padres tuvieron que cedérnoslo aquellas vacaciones, no quería moverte de aquí, tenías sólo seis años y llevabas tu pequeño pato azul arrastrándolo por toda la casa, eras muy pequeña, dijo riendo, jamás habría imaginado que crecerías tanto, en fin, pese a tu edad, parecía que supieras algo acerca d de esto que nosotros no, todos te lo preguntaban pero tú no les decías, yo, a decir verdad, estaba cautivada por tu interés pero no pregunté , una noche llegaste, yo estaba acostada y tú te paraste al igual que siempre a ver las estrellas y dijiste sin voltear a verme:
"¿Te has puesto a pensar que hay atrás de ellas Betty?"
-          Yo no te respondí y tu continuaste
"Mi profe del catecismo dice que ahí está Dios y mi madre dice que allá está la abuelita que se fue a acompañarle, pero yo no creo eso"
-          ¿Ah no? - te contesté, lo recuerdo todo tan bien... Bueno, sigamos.
"No, yo creo que allá se van los sueños de la gente que no puede cumplirlos, los deja a medias o los almacena, sólo se cuelgan allí hasta que alguien los atrape, y cuando eso pasa, caen como estrellas fugaces."
-          ¿En verdad crees eso?
"No. Lo sé."
-          Te acostaste junto a mí y tomaste mi mano, luego con rostro triste continuaste.
"No se lo dirás a nadie, ¿verdad?"
-          Y tú dijiste que jamás lo harías, que podía confiar en tí y que nunca permitirías que mis sueños se unan a ellos...
-          Sí, lo dije... Y ese mismo año te fuiste del país
-          Sí, y desde ahí te lo confío todo
-          Exacto, por eso me molestó tanto que me mintieras
-          Yo... Yo...
-          No, no quiero que me lo expliques, no es necesario, faltaste al colegio, traste de mentirme y luego permitiste que tu amiga mintiera.
-          No lo hice (!)
-          Gaby, te vi estudiando anoche, sé que tenías examen y sé que me mentiste, me molestó saber que ya no confías en mí.
-          ¿Te molestó?
-          Sí, mucho
-          ¡Ves! NO puedes esperar que todo vaya bien si ni siquiera puedes hablar acerca de lo que realmente sientes.
-          No seas absurda Gaby...
-          No lo soy (!) Es la verdad, podrías comenzar admitiendo que te duele
-          ¿Eso crees?
-          ¡Sí! Eso creo (!) Cero que te duele, y mucho
-          Entonces no necesitas que te lo confirme, si ya lo sabes, el que yo te lo diga o no, no tiene importancia alguna.
-          ¡Ves! Contigo es imposible Elizabeth, a veces pienso que eres realmente excelente, pero ¿sabes? Te falta madurar, aprender a sentir, no tiene nada de malo amar, y no hay nada de malo en que me quieras y que lo que yo haga te duela, ¿sabes por qué? Porque a mí también me duele, tu actitud me lastima, perdiste a tu familia, sí, pero no me pierdas a mí - volteó y miró a sus ojos - Soy tu prima y lo voy a ser siempre, pero nena... El cariño se cuida, no vaya a ser que un día voltees y veas que no estoy junto a tí más que en las malas, que en los problemas; Y eso no lo sentirás lindo. El frío duele, o si no, pregúntame a mí que vivo con el tuyo todos los días.
Gabriela palmeó las manos de su prima y se marchó de la habitación dejándola sola con la mirada perdida en el firmamento.

-          No lo puedo creer papá, tengo que llevarte hasta a mis vacaciones...
Gabriela pasó frente a su cuarto y se escondió tras la pared para poder observar a través de la puerta abierta.
Esteban traía la misma caja que ella había visto en su casa y la que casi le cuesta un enojo con él y un problema con su prima, pero la traía... Guardó la caja en un cajón de la mesa de dormir y la cerró con llaves, luego las guardó en su bolsillo y se dirigió a la puerta, Gabriela volvió a ocultarse tras la pared con miedo de ser descubierta espiando, él no era un mal chico, como ella lo veía sólo era extraño, pero malo, no. Aún así no podía permitir que la descubriera fisgoneando. La puerta se cerró y ella pudo respirar tranquila otra vez.
-          Pero... ¿Para qué había llevado él aquella caja con ese objeto tan raro a la playa? - pensó.
No lo sabía, pero ese misterio lo descifraría, de eso estaba segura.

-          Hola Amelia... - dijo acostándose junto a ella en la cama
-          Hola muchachita, ¿qué tal te fue con tu prima?
-          Bien, supongo... Pero ya sabes cómo es ella nena, jamás dice lo que siente, conversar con ella es muy fácil pero si se trata de sentir... Es más difícil que dar una prueba de geometría aplicada
-          Pero... ¿Están bien?
-          Claro mi vida, estamos bien, no te preocupes. ¿Estás lista?
-          ¿Para qué?
-          Para bajar con Esteban y Beth
-          Oh, diablos (!) No sabía que saldríamos
-          No, bueno, no sé, toca ver, pero para ello hay que bajar primero, ¿no?
Amelia estaba en short y bividí, lista para dormir
-          Creo que tengo que cambiarme...
-          No, está bien así.
-          ¿Y si salimos?
-          Saldremos - Amelia no se veía convencida - Oh... Ya entendí, te da pena que te vean con una pijamita morada (?)
-          ¡No! Además, sólo la parte de arriba lo es, de la cintura para abajo es negra, ¿ves?
-          Rió - como digas... Te espero abajo, ¿sí?
Gabriela llegó a la sala de estar dónde ya estaban Elizabeth y su nuevo amigo.
-          Pensamos que ya no vendrías - Dijo destapando una botella de vino y sirviendo cuatro copas
-          ¿Qué es?
-          ¿Nunca has probado una? - tomó la botella y la señaló con el dedo
-          Jamás...
-          Entonces esto será interesante - sonrió
-          Beth... -Interrumpió Gabriela - ¿Para mí también hay?
-          Mhm... Tienes quince
-          Dieciséis
-          La próxima semana, por ahora son quince
-          Beth, admite que ya tengo dieciséis... ¡Ves! Ni siquiera recuerdas la conversación que tuvimos, te pedí que dejaras de tratarme como si fuera una niña
-          Sólo bromeaba, tengo una para tí, pero sólo un a ¿sí? No te daré más, todavía eres menor.
-          Tú también
-          Tengo veinte Gaby
-          Igual lo eres (!)
-          Gabriela... No te pases
La chica guardó silencio comprendiendo el punto de su prima
-          Hola Amelia, otra vez - dijo al verla unirse a ellos
-          Hola todos
-          ¿Tomas?
-          ¿Bromeas? Trabajo de barman, todas las noches veo a la gente marcharse ebria y todas las consecuencias que ello trae (!)... ¡Claro que bebo! - sonrió tomando una copa

Dos horas después y tras cinco botellas de vino, Esteban estaba desplomado sobre el sillón
-          Gaby (?) - trató de mantenerse erguida
-          ¿Qué sucede Beth? - La tomó del brazo para evitar que cayera
-          ¿Podrías subir a Teb a su cuarto?
-          Podría  empezar subiéndote a tí
-          Yo puedo sola - Se zafó de su brazo, caminó medio metro y cayó al suelo, Amelia le ayudó a levantarse
-          ¿Y si yo la llevo a su cuarto y tú te quedas con Esteban hasta que vuelva, nena?
-          Ajá, yo te espero - sonrió

-          Listo nena, ya estás - la tapó con una sábana roja
-          Sabes, eres muy linda, en serio, no merezco que seas así conmigo...
-          Shhh... Descansa Beth, no hables
-          No, no, escucha, yo, aunque jamás lo diga, te quiero, sé que no soy muy tierna ni cariñosa y sé que sólo te lo digo por el trago, estoy ebria pero no soy idiota, sé que es producto de la bebida pero... Los niños y los borrachos siempre decimos la verdad, ¿no? Te quiero prima, mucho
-          Lo sé, lo sé - besó su frente y se dirigió a la puerta, apagó la luz y la cerró.

-          ¿Lista muchachita?
-          Tú de ese brazo vida, a la cuenta de tres, ¿va?
-          Ajá - asintió
-          Una, dos, tres...
Las chicas lo levantaron del sillón inconsciente y lo subieron a su habitación, lo lanzaron en la cama.
-          ¿Quién diría que jamás había bebido?
-          ¿Quién diría que tú no beberías? -
-          Rió - Tu prima de por sí no me quiere por ser mayor que ella y pasar contigo, al menos debía ganar el punto de no tomar desmedidamente pese a que todos se embriagaran
-          Jajaja, touché vida, touché. ¿Puedes buscar unas sábanas allá, en ese armario?
-          Claro
Gabriela esperó a que Amelia entrara en el armario y se apuró a buscar en el bolsillo de Esteban la llave, la tomó y abrió el cajón
-          ¡Hey, tú! -Reclamo Esteban - ¡Deja eso ahí!
Regresó a ver chico asustada y dió un par de pasos hacia atrás.
Amelia rió desde atrás de la chica y la ayudó a pararse.
-          Está dormido muchachita, sonámbulo, para ser exacta amor.
Gabriela se sonrojó.
-          ¿Qué hacías?
-          Mhm... Mhm... Yo sólo... Sólo... Estaba buscando una blusa que olvidé aquí el verano pasado
-          Ajá, ¿realmente crees que me puedes mentir? Sólo para que lo recuerdes, yo no estoy ebria y más importante aún, te conozco - sonrió
-          Es sólo que... Huh... Está bien, mentía, la verdad es que en ese cajón hay un cofrecito de plata con algo hermoso dentro y quería mostrártelo pero debía ser sorpresa...
-          Oh... Qué linda - tapó a Esteban - pues bien, tómala y vamos, ¿sí?
La chica la tomó y junto con Amelia salió de la habitación apagando la luz pero no sin antes devolver la vista al chico inconsciente al que le acababa de robar, temporalmente, pero robo a la final.

-          ¿Y? ¿Cómo la abro muchachita?
Gabriela tomó el pequeño cofre negro de plata y lo movió entre sus dedos admirando su belleza, tenía encajes de piedras doradas, no eran más que bolitas de bambalina pero lucía muy bien.
-          Mira, presionas aquí y... Acá y listo.
Frente a los asombrados ojos de ambas chicas una pequeña esfera brillante se alzó y comenzó a crecer mientras un punto negro en ella luchaba por liberarse deformándola poco a poco.

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