 |
Alejandro |
Caminó un par de segundos entre la espesa niebla hasta sentir que sus piernas tenìan la fuerza suficiente para correr nuevamente, entonces continuó.
Alejandro frenó en seco cuando la vio en frente, su rostro habìa pasado dle màs intenso rojo por la fatiga a uno casi tan blanco como el suyo, trató de voltear para huir hacia el otro lado de la estación pero también estaba allí , miró fijamente sus ojos negros aterrorizado mientras la oía reír complacida.
Lanzó un golpe con su diestra hacia su rostro al tiempo que gritaba desesperado, no sabía qué era ella pero estaba en todo lugar, no sabía desde hace cuánto lo había estado siguiendo pero estaba realemnte asustado, ella tomó su mano a una velocidad que nadie hubiera podido percibir y le propinó un leve golpe en el estómago que lo envió contra la pared junto a una cabina, el joven desesperado se avalanzó hacia el teléfono y marcó a la central pero antes de que pudiera hablar ella lo levantó haciendo presión en su abdomen mientras él rugiendo luchaba por respirar.
-Buenas noches, central, algún problema?
Solo ruidos.
-Buenas noches, central,algún problema?
Un rugido de terror y dolor se dejó oír al otro lado de la línea así que la encargada envió a una patrulla de inmediato a la estación del tren.
-Qué quieres de mí?, ¡Suéltame ya! - su voz era gutural y casi inaudible pero para ella no habìa perdido su encanto - ¡Maldición, bájame ya! - su tono era el de más profundo odio.
La sireana de un auto de policía se dejó oír sobre los escalones de la entrada, el chico suspiró de alivio o almenos lo intentó hasta que un ataque de tos por asfixia lo detuvo.
-Tendrás qeu soltarme - dibujó una sonrisa más de triunfo que de paz mientras ella lo dejaba caer en el suelo.
Su rostro golpeó contra la fía baldosa blanca pero era un alivio sentir el suelo, ella no era más alta que él, un metro sesenta y cinco, sesenta y sieta talvez y delgada, si no la hubiera conocido en esas condiciones quel cabello blanco le hubiera fascinado en lugar de cuasarle tanto pánico, el punto es que no se explicaba como había hecho para alzarlo a él: un joven apuesto de 23 años, cabello negro, ojos azules, un metro ochenta y dos de alto y un cuerpo que aunque fornido y musculoso, bello, pensó.
Se levantó tratando de encontrarla con al mirada, nada. Los policías comenzaban a ingresar en la estación, pidía ver sus pies. Tratando de encontrarla con la mirada, nada. Los policías comenzaban a ingresar en la estación, podía ver sus pies. Trató de correr hacia ellos per no lo logró así que arrimado a la pared fue caminando hacia donde estaban, los podía ver, era cuestión de segundos para entrar en su rango de visión; uno de ellos se volteó mientras avisaba al otro de alguien en la oscuridad, Alejandro se dejó caer sobre un banco mientras alzaba la mano para que lo vieran, los uniformados corrieron hacia él pero antes de que pudieran lleguar ella lo tomó del cuello y juntos desaparecieron en la oscuridad.
El joven exhausto de forcejear se rindió a que ella lo llevara y entraron a una mansión con tal rapidez que aún cuando se le permitiera escapar no recordaría ni cómo regresar a la puerta principal.
Ella lo soltó repentinamente y cayó boca abajo pero esta vez sobre una suave cama con cobertor de terciopelo rojo, una delicada sinfonía de Mozzart y un ramo de orquídeas sobre un escritorio de caoba café oscuro.
-Hu!... Hu!... Hu!... - estaba ofuscado - Qué quieres de mí (?)!
Ella lo miró irónica y rió.
- ¡Déjame salir! - se arrojó sobre ella tratando de derribarla pero sin siquiera perder el equilibrio lo empujó fuertemente rompiend un jarrón con su cuerpo.
Alejandro se levantó presionando su brazo temeroso de morir desangrado.
-¡Tienes que dejarme salir! - ella no lo regresó a ver - ¡Vamos!, ayúdame, me cortaste una arteria, ¡voy a morir! - se volteó y miró con indiferencia su llanto - por favor
-¿Qué? - era la primera vez que la oía hablar, tenía una voz hermosa, anto que por un momento olvidó su herida - ¿Qué?
-Por favor - contestó entre sollozos.
Ella se acercó y lo tomó del brazo
- Gracias, gracias - la joven bebió toda la sangra que brotaba por su brazo hasta limpiarlo completamente, luego lamió la herida.
Alejandro estaba petrificado, ella se alejó sonriéndole.
-¿Qué demonios te sucede?
-Esa no es la pregunta correcta
-Déjame ir...
-¿Ir?, ahora (?), vamos!, ¿en verdad quieres irte?
No respondió, ella lo había asustado, sí... pero quería saber más.
-Ha!, eso creí, no podrías irte sin saber, po reso te elegí; sonríe, es un cumplido
-Hubiera preferido que no lo hicieras
-Huh.. que desepción, creí que al fin había encontrado al correcto, lástima que tengas que desaparecer, eras lindo - sonrió nuevamente
-No, no entiendes, es sol oque no quiero morir, tengo que ir a un hospital
-Mira, tienes dos opciones, la primera: salir y morir en la ignoracia y la segunda: quedarte, comprender todo lo qeu tengo para mostrarte y leugo si...
-Podré irme a curar
Sonaba como un niño pequeño que trataba de aferrarse a cualquier esperanza.
Patético
-Luego morirás, en ambos casos morirás, yo te mataré
-¡Oh, vamos!, no es justo, ¿acaso no ves mi brazo?
-Acaso tú no lo ves (?)
Regresó la mirada. Nada. Era cmo si jamás se hubiera cortado.
-¿Qué eres?
-Pregunta obvia, prueba otra
-¿Quién eres?
-Kerlin
-Kerlin (?)... ¿De dónde eres?
-De un lugar que existía antes de que los sitios tuvieran nombres.
-¿Qué edad tienes?
-Más de la que te podrías imaginar
-¿Quinientos años?
-Jaja, te estás burlando, verdad (?)
-Lo siento, ¿doscientos?
-Ahora me insultas (!)
-¿Qué? - no entendía
-Más de cienco mil Alejandro, tengo mucho más de cinco mil años
-Wow... entonces, eres tan ágil como un gato, más rápida qeu el viento, más bella que la luna y más vieja que la biblia... Eres...Un vampiro
-Un poco lento, ¿no lo crees?, debiste adivinarlo cuando te abordé ne la estación
-Sí, lo supuse, es solo que estaba un poco turbado - mintió
-Ajá - sarcasmo - y.... ¿Todavía quieres irte?
-No... si voy a morir, prefiero hacerlo sabiendo
-Me alegra , bien, esta va a ser tu casa, me aseguré de que sea agradable... Para tí - la miró curioso - ¿No te gusta?
-Sí, me encanta, es solo que pensé que acabarías conmigo
-No, dije que morirás, y lo harás, jamás dije que te acabaría, decidiste quedarte y cumpliré
-Osea que...
-¿No entiendes verdad?
Negó con la cabeza
-No es necesario, eso lo puedes hacer después.
Se acercó a él con rapidez y mordió su cuello tomando su sangre casi hasta desangrarlo, lugo lo soltó y lo colocó sobre la cama suavemente sosteniendo su cabeza.
-Huh... ¿Por qué no acabas conmigo?
-No quiero acabar contigo, ese jamás fue mi objetivo
-Me duele, no puedo respirar...
-Pronto pasará
-Mátame, no lo arges más, por favor - sus ojos se llenaron de lágrimas en una mezcla de dolor y temor
 |
Kerlin |
-Lamento decírtelo pero tu muerte se prolongará un par de horas - desgarró su muñeca con los dientes y la acercó a su boca - bebe precioso, bebe y el dolor pasará.
Alejandro bebió hasta que Kerlin tuvo que alejarlo a la fuerza de su brazo por el riesgo a que la mate.
-Sigh* - me duele
-¿Todavía?
-Sí, puedo respoirar pero me duele el estómago
-No te preocupes, dolerá mientras respires, pronto ni lo sentirás.